Los peores presagios de la directiva del Marino de Luanco se han cumplido. La actividad extra, -cuatro partidos en 21 días-, y las severas lluvias que han descargado sobre Asturias desde el inicio del invierno han dejado el césped de Miramar para los restos. «Está deshecho. Da una imagen dantesca». Así de taxativo se mostraba ayer el presidente del club azulón, Luis Gallego, que espera la colaboración del Ayuntamiento y el Principado para subsanar el problema.
El estado de Miramar ya ha obligado a aplazar un choque, ante el Valladolid B que se disputó el pasado miércoles, y a punto estuvo de forzar la suspensión del partido ante el Bilbao Athletic el pasado noviembre. El encuentro ante el Zamora de anteayer también peligró. De hecho, el club castellano propuso el aplazamiento, a lo que se negó el colegiado García Villarreal. La decisión arbitral propició que el partido se disputara en un fangal.
El presidente del Marino, Luis Gallego, mostraba ayer abiertamente su preocupación. «Con este césped, no sólo el Marino sino todo el fútbol asturiano estamos dando una imagen penosa», señaló el máximo mandatario marinista, que subraya la gravedad del asunto con una frase lapidaria: «Si no deja de llover, el campo no resistirá la próxima temporada».
Así las cosas, Gallego se inclina por una solución de urgencia. El presidente marinista propone una obra integral para renovar el drenaje del césped, el gran problema del terreno de juego. El presidente del Marino pretende extrapolar al campo de Miramar la obra llevada recientemente a cabo en el campo de El Este en La Caridad. «La solución es levantar todo el campo, vaciar el subsuelo e instalar una canalizaciones nuevas, modernas, algo que no se ha hecho en los últimos años», señala Gallego, que tasa la obra en unos 200.000 euros, que pueden llegar a los 300.000 si se decide instalar nuevos tepes.
El presidente marinista espera la colaboración del Ayuntamiento y del Principado para una obra de urgencia. «La Liga acaba el 10 de mayo. Sería la fecha ideal para empezar la obra», comenta Luis Gallego.
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