El Marino espera que el Nordeste le eche una mano y seque el campo de Miramar para poder jugar el sábado ante el Sestao River. El césped está en muy mal estado por las constantes lluvias y la acumulación de partidos, y la única esperanza es que mejoren las condiciones meteorológicas, aunque las perdiciones no son muy optimistas. El secretario del club, Evaristo Gutiérrez, explicó que están atapinando para corregir mínimamente el césped, aunque todo depende del tiempo. «Estamos rezando para que no llueva más y que sople el Nordeste para poder jugar, es lo único que podemos hacer. Si no hay suerte habría que aplazar el partido».
El problema está en los desagües del campo, que son muy antiguos y están tupidos. Y la solución sería levantar el césped y hacerlo todo nuevo, una obra demasiado cara que superaría los 180.000 euros. «El club no puede afrontarla y con el Ayuntamiento está hablado, pero como tienen pensado tirar el campo están reacios. El problema es que van a tardar 8-10 años en tirarlo y mientras tanto seguiremos igual», señaló Gutiérrez.
Una solución sería echar arena, pero eso estropearía definitivamente el césped. «Quedan seis o siete partidos en casa y vamos a arriesgarnos pero tendremos que ponernos en lo peor y buscar soluciones», señaló el secretario del club. Una de las soluciones podría ser pedir permiso para jugar en el campo de hierba sintética anexo al Miramar, pero hasta ahora no se ha podido por problemas de seguridad. «Tendríamos que pedir permiso, pero es difícil que nos lo concedan».
El mal estado del campo es uno de los problemas que cita el técnico, José Luis Quirós, a la hora de valorar las posibilidades del equipo de salvarse del descenso y permanecer una temporada más en Segunda División B. «El año pasado hicimos una gran segunda vuelta en nuestro campo y ganamos todos los partidos excepto uno, pero este año jugar en casa es una lotería y más que una ventaja es un problema».
El problema se agudizará el próximo sábado, a las 17.30 horas, ante el Sestao River, un equipo muy luchador y agresivo que con 30 puntos parece instalado en la zona tranquila aunque tampoco puede descuidarse, y al que los luanquinos tendrán que derrotar para iniciar la escalada que los aleje de los puestos de peligro y les mantenga una temporada más en la categoría de bronce del fútbol nacional.
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